martes, 17 de mayo de 2016

Ocho maneras de pensar en vos


A M.B., porque el pasado es otro país
por FRANKLIN FARELL ORTIZ


APROXIMACIÓN Y LEJANÍA

pensar en ella es abrir la puerta de un jardín
caminar descalzo sobre las piedras
hacia la profundidad del aire;
es salir y admirar el Sol
esculpido como un ídolo sobre la piedra azul del cielo
tomar un durazno del Árbol de la Vida
estremecerse ante la fragancia de su carne

I. NOCHES DESIERTAS: PREFIGURACIÓN DE NAZCA

Jardín de Piedras
para recobrarme de ti
preciso escribir sobre los caminos
bajo los puentes, junto a los ríos,
desde la distancia y con el equilibrio que otorga el tiempo.
Me recobro de tí en horas de lectura
agoto mi cuerpo, cambio una página
que me salva de la vida imaginaria de quien espera.

Esperar es un manera de decir.
A medida que avanzo en el día
el aire acaricia mi barba que crece:
personaje de una novela que no es
trazo mapas de viajes alrededor de la mesa
esbozo cartas de navegación en el Mar del Olvido.
En la medida de lo posible ubico las Montañas Sagradas de la Dicha.

Las nubes son una geografía imposible:
vértigo, evoluciones que desmoralizan a los pájaros.
A cada lectura cambio de parecer,
el tiempo me cambia.
Preciso una idea que se desdobla en otra
ha nacido una palabra, llama a otras, danzan
están vivas, se cansan y se van.

Las palabras van a todas partes y ninguna
son como las líneas de Nazca
observadas desde el sentido común del topógrafo
nunca revelan su secreto al gramático.
Para que adquieran sentido se debe tener e cuenta problemas de proporción y perspectiva.
Un hombre inspirado por una mujer, por ejemplo, 
es un ser fuera de toda proporción;
sus ideas carecen de simetría, no cabe en la dicha 
y sus sueños rayan en la imprudencia.
A riesgo de acabar descoyuntado por el júbilo
se abandona a la brisa
se aventura a dejarse llevar por los recuerdos
camina sobre territorio desconocido: el pasado también cambiante
se eleva sobre aquel hombre, Nuevo Ícaro. La hoja de papel es el infinito,
levita, entra en una realidad en blanco y el negro
los sueños lo han transformado en un pequeño dios
dibujado por sus recuerdos y se enreda en sus propias palabras
para caer -irremediablemente cae-, tarde o temprano cae
quien escribe en el aire.

Colibrí
Araña
Mono

...son signos de un mensaje en el tiempo
para un dios ausente que se sabe falible,
una sombra entre piedras
congeladas por el sol, el frío y el mar.

Olvidado, en el desierto de las horas
ignora que los viejos dioses fueron abandonados.

En una esquina del tiempo se halla en pie un hombre solo. El horizonte es una noche cargada de estrellas azules, verdes, plateadas y -muy pocas- rojas. No hace mucho supo la causa para esta variación de colores. Desde entonces se dedica inútilmente a crear un mapa mental de las estrellas que se acercan y aquellas que se alejan. Ha comprobado que son muy pocas las estrellas que se nos acercan y que son muchas más las que se alejan de nuestro Sol. Sin embargo, puede imaginar que más allá de la línea invisible sobre la que se encuentra de pie, hay una tierra de piedras rojizas y paja brava reseca. Ha caminado durante todo el año. No decide si continuar o regresar. Un perro ladra a la oscuridad y los animales de la casa se molestan. En algún lugar existe una piedra labrada en forma de puerta.

Puerta del Sol, casa del tiempo, hogar de la Luna, criaturas de la Tierra. Casa sin paredes visibles, velos de agua, cortinas de nieve. Tal vez, piensa, en aquel territorio frío, el velo de la lluvia y la tormenta sean las paredes y los muros de esta casa sin nombre.

Allá abajo, descendiendo entre montañas y colinas, el Sol ilumina por última vez la vegetación que crece en silencio. Tiahuanaco murmura. Mientras tanto, de este lado del anochecer el disco solar cae herido por matices encarnados.

II. FLOR O MARIPOSA

Hermana de la Mañana
tu nombre está en el sabor de la primera taza de café en el día.
Lo encuentro en las puestas de sol sobre la ribera de los ríos
en la lectura de un libro mojado por el tiempo
en el frío y en la belleza
en las aguas de un Mar Interior
en el tiempo sagrado
en una tierra dos veces santa
en un verso extraviado en la prisa por llegar antes de tiempo
en el demorarse de los caminos de herradura
en la epifanía de tres lunas que me descubrieron la razón de ser de los hombres

(La Paz, 1987)
(Mixcoac, 1996)
(Izozog, 1997)

en la sed de los desiertos
en el hambre del Tiempo
-jaguar que traga soles; pantera que devora lunas-
en la lluvia de las Espérides por la madrugada.

¿En cuál de mis alegrías
te desgrano, mazorca de maíz,
en estos días?

Evoco tu nombre
y me descubro descifrando lenguaje de flores
con palabras extrañas en la boca,
mariposas que olvidaron la manera de volar.

Digo tu nombre como quien dice acebo, anémona, brezos, asfódelo, dafodelos, nenúfar, eglantina...

No sé si estuviste siempre en mí
o aprendo a leerte
en versos que los caminos me regalan.

III. ASCENSO Y DESCENSO

Desconocida que vas a mi lado desde la infancia
camino la tierra honrando la Tierra.

Ya no recuerdo desde cuándo camino,
sólo sé que tuve sueños
y que algunos de ellos me prepararon para este viaje.
Fui preparado por los sueños
para encontrarme con ciertos lugares
donde lo bello se vuelve sagrado.
Para intentar describirlos
es preciso prolongar la imaginación hasta alcanzar la estatura moral de un niño,
trepar sus árboles hasta la copa, 
árboles que crecen todavía en el paisaje de nuestra infancia.

Un país en miniatura,
nuestro país, la infancia,
el despertar a las grandes palabras:
el otro, el mundo
el otro mundo
el otro que es el mundo, el mundo que es el otro
el mundo que es otro...

Sobre aquellos árboles
desde sus alturas, se vuelve a contemplar la vastedad
cubiertos por el polen de la dicha.
Una línea en el horizonte
serpentea y se transforma en colina, 
desaparece a la distancia
regresa, vuelve a aparecer junto con otras colinas,
escalan ríos, ascienden saltos de agua
ruedan por montañas de alturas que sólo el frío alcanza
y condensa en niebla y nieve 
tanta transparencia en el aire.
Soledades en donde las nubes anidan el tiempo sin memoria de las aves
y descienden
honrando la Tierra a su paso.

Siembran la mesura en el corazón de los hombres
que habitan la Ciudad de Piedra.

Permanecer allí
recordando el canto de los Hombres de la Selva en el amanecer,
sus inscripciones en piedra
que registran la magia del viaje.
Hombres que un día desaparecieron entre vistosas alas de papagayo
con rumbo al País donde duerme el Sol, la Tierra sin Mal.

Dios quiso que el hombre volara
y le dio las alas del deseo.

Escribir es una pasión que despliega sus alas,
grandes alas que remontan las olas del silencio y del olvido.
Escribir nos rescata del tiempo
y nos trae de vuelta, a salvo,
al presente gris y el instante rojo.
Hijo del Sol vueltos a nacer
teñimos de carmesí la tarde de los árboles de mandarina
en la casa del abuelo.

IV. "ACÁ NADIE VIAJA GRATIS"

Compañera de este Viaje en el Tiempo:
a ratos me pongo solemne y me pregunto por la felicidad de los que quiero.

Tiempo en fragmentos,
la felicidad se aparece a nosotros de manera imprevista
tras una isla de árboles
en un ramo de mariposas
o junto con una familia de delfines: 
bufa y retoza bajo la Luna.
Y va quedando atrás, inasible, irrepetible
en medio de un río que nos conduce a una nueva frontera
o una prisión, pues "Acá nadie viaja gratis."

En pueblos y ciudades
acostumbro buscar rastros de tu nombre. 
Busco entre lenguas muertas
algo que pueda unir los fragmentos de dicha que fuimos.
Encuentro palabras que reúnen y congregan a la tribu en torno a su calor
en el invierno de esta gritería.
Encuentro también palabras que dividen y separan como el oro mal habido.
A las primeras las recibo con ambas manos
como se recibe el pan
y las guardo para el camino.
Tal vez me ayuden a continuar este viaje
que sin pensar fue tomando el curso de las estrellas
antiguo Camino de las Antas
Vía Láctea romana
Río Nilo en la noche del desierto

(Somos contemporáneos de todos los hombres cuando observamos las estrellas. Si meditamos en ellas, repetimos el mismo viaje de los abuelos bajo un camino de luciérnagas que se alejan y se expande.)

A las segundas, hijas de la intriga, hermanas de la envidia,
las agarro de la cola
las acecho como gato montés: desde el aquí y el ahora.
Me abalanzo sobre ellas: ratas hostiles, sapos desdeñosos, alacranes con escapulario, culebras ponzoñosas, cerdos guardianes de la moral pública.
Pero ellas tienen la astucia de la serpiente.
Mutan, proliferan como larvas de moscas sobre carne podrida, perversas hijas del estercolero, feroces injurias sobre nuestro rostro. Se entierran y revuelcan en lodazales de auto indulgencia, se encarnan en la uña del odio y se incrustan en murallas de lodo y estiércol vivo. 
Herencia de tiempos bárbaros,vuelven y ciegan como espadas de soberbia.

"Hombres sin alma -pregunto a la noche-: ¿es de ustedes esta hora de infamias?"
Dios habla en el silencio... El tiempo dirá.

Dios entre los hombres, ayúdanos.

V. CAMINOS DE AGUA

Extranjera en tu País: en estos tiempos somos extranjeros por donde quiera que vamos. ¿La tierra nos pertenece? ¿Pertenecemos a la Tierra?
Con un poco de suerte, tal vez nos pertenezca lo vivido.

Un día florezco y soy un tajibo entre castaños en Oaxaca,
otro día soy trasplantado junto a otro toborochi en las arenas de Israel
porque nuestras palabras viajan veloces
se adelantan a nuestros pasos, van más lejos que nosotros
y cuando llegamos ¡la trampa está armada!

Hemos perdido la santa soledad de las aldeas;
nos han expulsado al mundo por segunda vez.
Tal vez nunca fuimos inocentes
y nuestras palabras nos señalan como maldición.
El signo de de las cosas ha sido cambiado.

Decir te quiero es demasiado arriesgado;
es la sombra que nos persigue, la marca sobre la frente de Caín.
Debemos cuidarnos de lo que pensamos a solas
Guardar silencio constituye una traición a medias.
¿Qué camino tomar?
Traición, espejo en el que nadie se reconoce.

"Nos toma dos años aprender a hablar
Y toda una vida aprender a callar."

¿Notas a veces cierta algarabía a tu alrededor?: 
es la fiera del rumor en busca de su alimento.
Fuimos desterrados y no sabemos si regresar.
¿Hay dónde regresar acaso?
Tal vez lo más cuerdo sea sumarnos a la gritería.

Alguien que sabía de estas cosas dijo alguna vez: "El Infierno son los otros"
Y sin embargo, tu voz aparece e ilumina mi día:
"El viaje más largo que emprende un hombre es aquel que lo lleva hacia su propio corazón."

Abro la puerta de una casa extraña
Salgo a la calle y camino sobre veredas extrañas 
de una ciudad en donde soy extranjero. 
Ciudad amurallada por aguas inmensas que descienden hacia una vasta llanura de árboles. Aguas que se desborda a ratos, a ratos regresan a su curso trazado por los tiempos de la Geografía.
Abajo, mucho más abajo,
todas las aguas se encuentran finalmente.
Tu río y el mío de encuentran, se besan las aguas hermanas;
mi mano toca las aguas de tu país que es mi país
porque hay cosas que nunca cambian.
El país nuestro de cada día...
Emergen y se sumergen en la alegría, se enlazan desnudas y felices
Arrastradas por el vértigo de dos que se pierden en la multitud
Que extraviaron la noción de sí.

Enigma o acertijos en cadena
Las calles de esta ciudad sobre un río que alguna vez fue el Amazonas
Me acogen con sus casas señoriales
Dispuestas sobre una colina triunfante
Victoriosa en su optimismo muy siglo XIX: ¡El Progreso sin fin!
Continúo caminando y encuentro tiendas, restaurantes, hoteles y turistas.
Entre valses austriacos y azulejos moriscos
Va quedando atrás aquel oasis de tiempo regido desde París, el París de nuestros abuelos:
"Modernidad, tantas veces alcanzada, tantas veces perdida."

Paseo por el Malecón. A sus pies
Una aldea de indios pescadores
Permanece intacta con sus chozas de palmeras sobre el lecho antiguo del río.
Se diría que aquellos hilos de humo que ascienden
sostienen el atardecer desde un tiempo remoto.
Quiero compartir estas palabras con alguien, doy vuelta
y encuentro calles vacías, escamas de pescado pegadas al cemento, cáscaras de frutas en el suelo.
Todo es ausencia, calles vacías, olores rancios, colores malogrados.
Sólo la fragancia de humildes racimos de plátanos me conmueve inexplicablemente. Desde la penumbra surge un recuerdo de mi infancia
y otra vez estoy junto a mi madre, de compras,
tomado de su mano -me gusta recordar a mi madre embarazada de mi hermano-, estirando el pescuezo de niño para espiar
y ver qué es aquello tan dulce que huele bien.

Bajo el cielo raso de palma. Entre paredes de adobe, estoy otra vez en la casona donde mi madre acostumbra comprar. Encuentro cientos de racimos de guineo y de plátanos que invaden toda mi imaginación: nunca había visto de dónde procedían aquellas frutas que comíamos con indiferencia. Recordaré el resto de mi vida los amarres de güembé de aquellas casas construidas a la manera antigua, sin clavos. En adelante pensaré en las campanas de la catedral y su amarre del mismo bejuco, tan dulce como la fragancia de los plátanos, que se vuelve más resistente a medida que envejece, hasta convertirse en acero vegetal.

Anochece. Soy hermano de las estrellas.

VI. CRISTALERÍA

Regreso al cuarto de hospedaje donde vivo, te leo y te escribo.
Bebo una taza de café como cada mañana
Enciendo un cigarrillo
Paseo por la sala
Abro puertas, cierro libros.
Me dispongo a escribir nuevamente
Y tu nombre cae de mis manos, rueda por el piso
Y se salva de hacerse pedazos.
¡Elefante en tienda de cristalería,
vivo al borde del desastre!
Tu nombre ¿dónde dejé tu nombre?
Meto las manos en los bolsillos, les doy vuelta,
Me tomo de la cabeza
¿porqué hoy no funcionan las palabras?

VII. VUELVO A CAMINAR

Mandala en días nublados: mi patria se ha convertido en esta hoja en blanco que voy llenando de palabras cada día mientras pienso en tu nombre. Comprendo esto y vuelvo a caminar con dignidad sobre la Tierra.
Comprender es aceptar.

Digo sol y la mañana se llena de luz
Digo durazno y un ave me roba tu nombre
Digo piedra y lo recobro grabado en las líneas de sus vetas
Algo cambió en la relojería del tiempo
Algo mejoró el humor de la gente.
Las calles lucen un aire nuevo
Como si acabara de llover.
La taza de café ocupa su lugar sobre la mesa,
tampoco hay rastros de la ceniza sobre la cama;
Descubro una nueva flor en el jardín
Recuerdo un poema.
En fin, las cosas vuelven a tener sentido
A funcionar entre la costumbre y el afecto
Como en un matrimonio viejo
Entre la Soledad y yo.

VIII. MANUAL DE VUELO

Mujer
Muchacha
Niña
¿Qué has hecho en mis pensamientos todos estos días?
Nunca pierdas tu sonrisa
Porque no sabes quién puede enamorarse de ti.

Conserva la emoción de la primera vez, el gris de las lluvias que llegan del Sur,
Lo mismo que el fuego rojo de tu sangre.
Deja a tu paso la imagen inalterable de un ave
Que con sus alas iluminó los días vacíos de quien la conoció en la dicha.

Dios quiso que volaras
Y te dio las alas de una sonrisa.

Río Amazonas, Perú 2010

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